*---- Mea Culpa ----*
Al más puro estilo romántico de un Chopin, ya sea un Fréderic o la mismísima Kate, deseo “destapar la olla a presión” que he sido durante estás últimas semanas. Me imagino que hubo mucha luz circundante durante este último weekend (Equinoccio y Rosh Ha Shana) y creo que “lo sentí” (apelando a la palabra clave de mi signo “Yo Siento.” Y para los que no saben, cada uno de lo signos tiene una palabra clave que nos identifica; así, para Piscis es “Yo Creo”, para Leo es “Yo Quiero”, etc.). Y como leí por ahí no es fácil ser un hombre canceriano, cuando en los último resabios de la era pisciana aún existen reparos con respecto al llanto masculino. Y aunque muchos no lo crean, yo lloro, y bastante, aunque como buen Cangrejo lo trato de hacer en la soledad, de noche y cuando se asoma la luna llena…si sólo faltaría la orilla del mar…ja,ja…
Mi niño interno (que es bastante inquieto) está triste. Se siente desconsolado y no sabe que hacer. Quiere fluir, pero no sabe cómo. Aquel mago negro más conocido como “ego” se ha apoderado de él y este niño ha hecho todo lo posible por escapar. Él ha llamado a sus amigos más juguetones y ha tratado de ocupar todos los divertimentos que ha conocido hasta el momento. Ha probado la bebida de fantasía más dulce y se ha embriagado con ella. Por suerte ha dejado algunas paletas y golosinas de lado porque se dio cuenta que le provocaban un fuerte dolor de estómago.
Este infante tampoco quiere ahora escribir sus canciones de cuna favoritas porque se desconcentra totalmente de sus tareas, y así no toma en cuenta a sus maestras y maestros que con gran nobleza lo han ayudado hasta ahora. Las tareas que le han sido asignadas, no han sido efectuadas con responsabilidad. Y por más que este niño trate de invitar a sus amigos a sus clases para no aburrirse, prácticamente nadie lo acompaña, y debe ir solo. Él sabe que le hace bien estar en esa clase y con nuevos compañeros, pero se desconcentra fácilmente con los cuentos e historietas que le ha contado el mago negro. Son cuentos tan llamativos, llenos de diversión e imágenes bonitas. Muchos de estos son cuentos de hadas: de príncipes y princesas, así como viajes por doquier, pero el que más le gusta al niño es el cuento de Peter Pan.
Un día este niño visitó un parque de diversiones y entró a un salón lleno de espejos. Siempre había pasado por fuera de este salón, pero temía entrar, hasta que lo hizo, pues ya era hora de que lo hiciera. Habían diversos espejos y todos reflejaban algo distinto: en uno se veía vestido completamente de negro, en otro se veía lleno de colores, en otro no se veía claro, algo confuso, en fin...Finalmente, llego a un espejo que estaba antes de la salida: era el último espejo. No tenía ganas de verse reflejado en éste, porque se maravillaba con lo espejos anteriores. Finalmente, lo hizo y se vio con algo raro en su pera…eran unos vellos que nunca antes había visto. Vislumbró arriba del espejo y descubrió que había un cartel que decía “Espejo de la realidad”. Dio una mirada hacia los otros espejos y estos decían espejo de la ilusión1, espejo de la ilusión2 y así sucesivamente. ¡El niño descubrió que ya no era un niño! ¿Y saben qué? Este niño se llamaba “Sean”…y se apellidaba “Move”.
De ahí en adelante Sean ha tratado de vivir con su nueva realidad, de adaptarse a ella, pero aún le cuesta. Por ahora, Sean sólo desea hacer un mea culpa por el daño que muchas veces sin querer ha hecho a sus semejantes, al verse enfrentado a la realidad de aquel espejo. Sean tiene miedo porque va a tener que dejar de leer los cuentos del Mago Negro y ya no va a poder creer que él es uno de sus personajes. Sean también quiere crecer, pero ya no más a golpes. Él sabe que debe pasar de curso. Pero, lo que a él más le duele es pensar en dejar a sus amigos del curso anterior, con los cuales ha disfrutado de estos maravillosos cuentos. Lo único que él desea por ahora es paciencia y fuerza para descubrir una vida más allá de la ilusión, pero igual de bella. Todo lo que él siempre ha querido es comprensión, pero cada vez que él la encuentra, viene el Mago Negro y lo engaña.
Pido al UNIVERSO la mejor de las guías en este camino llamado VIDA.
Sean-Move!
Mi niño interno (que es bastante inquieto) está triste. Se siente desconsolado y no sabe que hacer. Quiere fluir, pero no sabe cómo. Aquel mago negro más conocido como “ego” se ha apoderado de él y este niño ha hecho todo lo posible por escapar. Él ha llamado a sus amigos más juguetones y ha tratado de ocupar todos los divertimentos que ha conocido hasta el momento. Ha probado la bebida de fantasía más dulce y se ha embriagado con ella. Por suerte ha dejado algunas paletas y golosinas de lado porque se dio cuenta que le provocaban un fuerte dolor de estómago.
Este infante tampoco quiere ahora escribir sus canciones de cuna favoritas porque se desconcentra totalmente de sus tareas, y así no toma en cuenta a sus maestras y maestros que con gran nobleza lo han ayudado hasta ahora. Las tareas que le han sido asignadas, no han sido efectuadas con responsabilidad. Y por más que este niño trate de invitar a sus amigos a sus clases para no aburrirse, prácticamente nadie lo acompaña, y debe ir solo. Él sabe que le hace bien estar en esa clase y con nuevos compañeros, pero se desconcentra fácilmente con los cuentos e historietas que le ha contado el mago negro. Son cuentos tan llamativos, llenos de diversión e imágenes bonitas. Muchos de estos son cuentos de hadas: de príncipes y princesas, así como viajes por doquier, pero el que más le gusta al niño es el cuento de Peter Pan.
Un día este niño visitó un parque de diversiones y entró a un salón lleno de espejos. Siempre había pasado por fuera de este salón, pero temía entrar, hasta que lo hizo, pues ya era hora de que lo hiciera. Habían diversos espejos y todos reflejaban algo distinto: en uno se veía vestido completamente de negro, en otro se veía lleno de colores, en otro no se veía claro, algo confuso, en fin...Finalmente, llego a un espejo que estaba antes de la salida: era el último espejo. No tenía ganas de verse reflejado en éste, porque se maravillaba con lo espejos anteriores. Finalmente, lo hizo y se vio con algo raro en su pera…eran unos vellos que nunca antes había visto. Vislumbró arriba del espejo y descubrió que había un cartel que decía “Espejo de la realidad”. Dio una mirada hacia los otros espejos y estos decían espejo de la ilusión1, espejo de la ilusión2 y así sucesivamente. ¡El niño descubrió que ya no era un niño! ¿Y saben qué? Este niño se llamaba “Sean”…y se apellidaba “Move”.
De ahí en adelante Sean ha tratado de vivir con su nueva realidad, de adaptarse a ella, pero aún le cuesta. Por ahora, Sean sólo desea hacer un mea culpa por el daño que muchas veces sin querer ha hecho a sus semejantes, al verse enfrentado a la realidad de aquel espejo. Sean tiene miedo porque va a tener que dejar de leer los cuentos del Mago Negro y ya no va a poder creer que él es uno de sus personajes. Sean también quiere crecer, pero ya no más a golpes. Él sabe que debe pasar de curso. Pero, lo que a él más le duele es pensar en dejar a sus amigos del curso anterior, con los cuales ha disfrutado de estos maravillosos cuentos. Lo único que él desea por ahora es paciencia y fuerza para descubrir una vida más allá de la ilusión, pero igual de bella. Todo lo que él siempre ha querido es comprensión, pero cada vez que él la encuentra, viene el Mago Negro y lo engaña.
Pido al UNIVERSO la mejor de las guías en este camino llamado VIDA.
Sean-Move!